La revisión, el aliado perfecto de una buena traducción
Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, la traducción especializada, tanto si es jurídica como si no lo es, conlleva un trabajo de inmersión cultural, una comprensión lingüística y un entendimiento global de los idiomas implicados en el texto a traducir. Este proceso dista mucho de ser un mero traspaso de texto de un idioma a otro, como muchos suelen pensar. Para traducir de forma profesional es necesario alejarse lo más posible de este tipo de falsos dogmas, trabajar de lleno en una traducción completa y, lo más importante, revisar, revisar, revisar y volver a revisar.
Una vez finalizado el proceso de traducción, llega la parte que quizás requiera mayor atención por parte del equipo de traductores: la revisión. Un buen traductor debe poner todo en duda, por principio: de la colocación correcta de una coma, de un posible anglicismo, de la posición correcta de las palabras dentro de una frase, etc. No dejamos de ser humanos, y, como tales, nos equivocamos y cometemos errores de todo tipo: gramaticales, tipográficos, de comprensión del texto original, de expresión en la lengua de llegada… Por eso es tan importante revisar, releer, enmendar, retocar y pulir las traducciones.
Sabemos que la traducción es algo muy subjetivo, cada traductor tiene su propio estilo, y es por ello que la revisión debe entenderse como un proceso cauteloso en el que debemos respetar el estilo que marca la impronta del traductor y corregir erratas, así como todo aquello que pueda ayudar a entender mejor el texto.
En este sentido, podemos hablar de dos fases dentro de la revisión. Un primera en la que nos centramos en detectar errores o pequeños matices mejorables que pueden escaparse en la fase de traducción, un resbalón de dedos sobre el teclado, errores de concordancia, palabras repetidas… pequeños fallos que se pueden pasar por alto cuando estás sumergido de lleno en la traducción de un texto.
Y una segunda en el que nos centramos en la forma, releyendo el texto final traducido para asegurarnos de que suene natural y fluido, y que el estilo utilizado sea adecuado al contexto del texto original.
Pese a lo que pueda parecer, invertir tanto tiempo en la revisión de un texto no tiene por qué significar que la traducción esté mal realizada, sino que “cuatro ojos ven más que dos” y lo que en un principio pueda parecer finalizado quizás necesite un toque final para lograr la excelencia que siempre se debe ofrecer al cliente.